El fundador de la Asociación Norteamericana de Arquitectos del Paisaje, Frederick Law Olmsted, diseñador de espacios verdes como Central Park en Nueva York, escribía ya en 1865 acerca de cómo la obra "Consideraciones sobre la soledad" del naturalista y médico suizo, Zimmerman, en la que iniciaba una búsqueda de la explicación de la capacidad de la Naturaleza para curar trastornos de la mente, le había inspirado para elaborar su propia teoría sobre la influencia inconsciente de la Naturaleza.
Según Olmsted, el paisaje funcionaba por un proceso inconsciente para producir la relajación y mejora de las facultades tensionadas por el ruido estresante y el entorno artificial de la vida urbana. Así que ya en su tiempo Olmsted, el padre de la Arquitectura del Paisaje, en el diseño de sus parques, sugería que se obtendría una impresión más llamativa y agradable, si se realizase el enfoque con un carácter natural y relativamente silvestre, rico con las variadas formas de la vegetación, en consonancia con la sensación de que se pasea por las remotas profundidades de un bosque natural.
El énfasis de Olmsted en la influencia "sanitaria" de su estilo de diseño del paisaje reflejó su deseo de contar con sus diseños para producir un efecto en todo el organismo humano. Viendo los notables beneficios que un jardín puede ejercer sobre la salud, bienestar y calidad de vida humana, debería ser motivo para que cualquier profesional de la jardinería o la horticultura que fuese a abordar el diseño de un espacio verde terapéutico, lo hiciese desde un profundo conocimiento de las características que la evidencia científica y la práctica basada en esa evidencia aportan en el campo del diseño de jardines terapéuticos. Visto todo esto, parece evidente que el poder terapéutico de un espacio formado por simples bancales donde plantar vegetales es limitado. Por lo tanto, la cuestión de si cualquier huerto o jardín puede ser terapéutico queda respondida.Jardines sensoriales, parques biosaludables, ¿son lo mismo que jardines terapéuticos?
Respecto a los llamados jardines sensoriales, es preciso tener en cuenta que, más allá de ser un mero jardín de plantas aromáticas, un jardín terapéutico cuenta con zonas diseñadas para estimular los sentidos de los usuarios/as del mismo, con una finalidad concreta y adecuada a sus necesidades de tratamiento.
Hay infinidad de plantas, árboles y elementos tanto vegetales como no, que son propios de un jardín y se pueden emplear para el disfrute de los sentidos, sin tener que reducirlo a colocar lavandas, romeros y tomillo en bancales elevados. Por otra parte, un jardín terapéutico, siempre y cuando sea necesario para trabajar objetivos específicos de sus usuarios/as, puede incorporar algún elemento propio del equipamiento de los parques biosaludables. Si bien es cierto, que si se conoce a fondo las posibilidades de los jardines terapéuticos, es posible sustituirlos por elementos naturales y espacios para actividades que consigan que los usuarios/as se ejerciten de una forma más amena y natural, y económicamente menos costosa. En todo caso, hay que tener presente que, dado que en lo que se basan los jardines terapéuticos es en el poder curativo y beneficioso que tiene para nuestra salud y nuestro bienestar físico y emocional el contacto con la Naturaleza, este tipo de parque biosaludable no puede equipararse a un jardín terapéutico.
Otro caso similar es el de los parques infantiles de hospitales y centros educativos en los que la vegetación y los elementos naturales propios de un jardín han sido sustituidos por suelos de caucho y elementos de juego hechos de resinas plásticas y metal. Poco o nada tienen que ver con los beneficios que se sabe aporta la naturaleza al desarrollo de nuestra capacidad intelectual, física y equilibrio psicológico. Un jardín terapéutico destinado a la infancia debe tener un equipamiento de juego lo más natural posible e integrado en un entorno verde.
Como conclusión para quienes se acerquen al apasionante mundo del poder beneficioso de la naturaleza para el bienestar humano, ya sea que lo hagan desde una perspectiva profesional con el encargo de diseñar estos espacios, como desde el punto de vista de prescriptores/as interesados en implantar un jardín terapéutico en las instalaciones de su centro, y por supuesto como no, como posible usuario/a de los mismos, señalar que existe una asociación sin ánimo de lucro fundada en Galicia aunque de ámbito nacional, AETHORES, que puede ayudarles a todos ellos a que los jardines terapéuticos que deseen crear cubran las necesidades de quienes los van a disfrutar, sean seguros y efectivos, y, que en definitiva, su salud y bienestar se puedan realmente beneficiar con ellos.